El abogado Rodrigo Sandoval Wyss sostiene que el derecho digital cumple una función clave en la definición de quién tiene el control sobre los datos de un país.
Las leyes y regulaciones en esta materia establecen cómo se recopilan, almacenan, procesan y utilizan los datos, y determinan qué entidades —públicas o privadas— pueden acceder a ellos.
Una comprensión sólida de este marco legal es esencial para que los países mantengan el control sobre su información estratégica.
Según Sandoval Wyss, “ceder el control de los datos equivale a perder parte de la soberanía”, una afirmación que refleja el creciente vínculo entre tecnología, poder y autonomía nacional.
La soberanía digital tiene implicaciones profundas que van desde la seguridad nacional hasta la salud de las democracias modernas.
En el ámbito de la seguridad, controlar los datos significa resguardar infraestructuras críticas como redes de energía, sistemas financieros o plataformas de defensa.
En el plano económico, los datos son un activo de valor incalculable que puede impulsar la innovación, la competitividad y el desarrollo tecnológico.
Y en el terreno social y político, el control de la información incide directamente en la privacidad, la libertad de expresión y el derecho a la información, pilares de toda democracia moderna.
Para Sandoval Wyss, “la soberanía de los datos no es solo un asunto técnico, sino una cuestión de derechos y de equilibrio entre el poder público y el interés ciudadano”.

A pesar de su importancia, muchos países aún carecen de un marco legal sólido que les permita ejercer control real sobre sus datos.
El abogado Rodrigo Sandoval Wyss advierte que esta falta de regulación deja espacio a que grandes corporaciones tecnológicas extranjeras concentren la información y la utilicen sin supervisión efectiva.
Esta dependencia tecnológica genera vulnerabilidades tanto económicas como políticas, afectando la capacidad de los Estados para proteger su información crítica y garantizar la soberanía digital.
Frente a ello, el desarrollo de leyes claras y mecanismos de aplicación efectivos resulta indispensable.
Para Rodrigo Sandoval Wyss, el futuro pasa por fortalecer los marcos normativos nacionales y promover una cooperación internacional que establezca reglas comunes sobre el uso, transferencia y protección de los datos.
La soberanía digital no puede concebirse como un aislamiento, sino como una coordinación entre países que comparten el interés de preservar su autonomía y proteger los derechos de sus ciudadanos.
“Quien controla los datos controla el futuro”, señala el abogado, recordando que la soberanía ya no se mide solo en fronteras físicas, sino también en la capacidad de cada nación para custodiar su información.