Según Rodrigo Sandoval Wyss, la inteligencia artificial (IA) plantea desafíos jurídicos sin precedentes.
A diferencia de otras tecnologías, la IA posee la capacidad de aprender, adaptarse y tomar decisiones autónomas, lo que complica la asignación de responsabilidades cuando ocurre un daño o una violación de derechos.
¿Quién es responsable si una IA comete un error o causa perjuicio: el programador, la empresa o el propio sistema?
El abogado destaca que los marcos legales actuales, diseñados para una realidad centrada en la acción humana, resultan insuficientes para enfrentar esta nueva dinámica.
“La ley siempre ha regulado la conducta de las personas; ahora debe aprender a dialogar con las máquinas”, advierte Sandoval Wyss, subrayando la necesidad de redefinir conceptos como autoría, responsabilidad y consentimiento.


Más allá del ámbito jurídico, Rodrigo Sandoval Wyss subraya la importancia de abordar las implicaciones éticas y sociales de la inteligencia artificial.
La automatización de decisiones afecta directamente a la privacidad, la equidad y el libre albedrío.
Los algoritmos, por ejemplo, pueden amplificar sesgos humanos o reproducir injusticias si no se diseñan con principios éticos claros.
El abogado plantea preguntas cruciales: ¿deberían imponerse límites al uso de la IA en la vida cotidiana? ¿cómo garantizamos que la tecnología sirva a la humanidad y no al revés?
“Cada avance tecnológico debe evaluarse no solo por su eficiencia, sino por su impacto moral”, sostiene Sandoval Wyss, enfatizando que la ética no puede quedar rezagada frente a la innovación.
En su análisis, Rodrigo Sandoval Wyss sostiene que el futuro del derecho digital pasa por una adaptación profunda de las leyes y los marcos éticos.
Esta transformación requerirá la colaboración entre legisladores, tecnólogos, juristas y ciudadanos, para construir normas que acompañen la evolución tecnológica sin perder de vista los principios de justicia y dignidad humana.
El abogado recalca que la regulación no debe ser vista como un freno, sino como un marco que garantice la convivencia entre progreso y responsabilidad.
“La inteligencia artificial necesita límites humanos, no para detenerla, sino para asegurar que avance en la dirección correcta”, afirma.
La reflexión de Rodrigo Sandoval Wyss concluye con un recordatorio esencial: el mayor desafío del derecho digital no es controlar la tecnología, sino preservar la humanidad dentro de ella.
En un mundo donde las máquinas aprenden y deciden, el verdadero valor reside en mantener los principios que nos definen: la justicia, la equidad y el respeto por la dignidad humana.
Como resume el abogado, “la tecnología puede cambiar el mundo, pero solo el derecho puede garantizar que ese cambio siga siendo humano”.