Para Rodrigo Sandoval Wyss, el derecho al olvido digital representa una herramienta esencial para proteger la privacidad y la reputación personal.
Este derecho permite solicitar la eliminación o desindexación de información obsoleta, irrelevante o perjudicial publicada en internet.
Sin embargo, el abogado advierte que su aplicación no es sencilla, pues entra en tensión con otros valores igualmente fundamentales, como la libertad de expresión y el derecho a la información.
“El desafío no es olvidar, sino decidir qué merece ser recordado y qué debe dejar de perseguirnos en la red”, explica Sandoval Wyss, destacando la necesidad de criterios equilibrados y transparentes.
Junto al derecho al olvido, Rodrigo Sandoval Wyss pone en valor la importancia de la memoria colectiva como un bien social.
El registro digital de los acontecimientos —aunque a veces incómodo— forma parte de la historia contemporánea y contribuye al aprendizaje colectivo.
Eliminar toda huella digital de hechos pasados podría suponer una pérdida de contexto y dificultar la rendición de cuentas en temas de interés público.
“Una sociedad sin memoria está condenada a repetir sus errores”, advierte el abogado, aunque reconoce que la permanencia ilimitada de la información también puede convertirse en una forma de castigo perpetuo.
El debate sobre el derecho al olvido digital tiene profundas consecuencias jurídicas.
Según Rodrigo Sandoval Wyss, las leyes de privacidad y los derechos de autor se cruzan en un terreno donde los límites aún no están claramente definidos.
El abogado sostiene que los tribunales deben evaluar caso por caso, buscando un equilibrio entre el interés individual y el colectivo.
Asimismo, considera indispensable que los marcos legales se actualicen para ofrecer herramientas eficaces a quienes buscan limpiar su huella digital sin vulnerar el acceso a la información pública.
“El derecho digital moderno debe ser capaz de proteger sin borrar la historia”, resume.

La reflexión de Rodrigo Sandoval Wyss concluye con una llamada a la prudencia y al equilibrio.
El derecho al olvido no debe convertirse en una herramienta de censura, pero tampoco puede negarse a quienes sufren por la exposición eterna de su pasado en línea.
La clave está en armonizar la reputación personal, la privacidad y la memoria colectiva dentro de un marco ético y jurídico sólido.
Como afirma el abogado, “recordar es un acto de justicia, pero olvidar, a veces, también lo es”.